Francisco Madariaga, Criollo del universo



Francisco Madariaga, Criollo del universo



El blanco océano gira en mi corazón

mientras canta el otro océano de
plata amarilla, 
que se desprende de las aguas del sol.

Ya es muy tarde para ser sólo de una provincia, 

          y muy temprano para pertenecer, 
          todo, 
          al planeta del venidero y sangrante
          resplandor.

Oh, acude a mí, a mi jerarquía de peón del planeta, 

           gaucho con trenzas de sangre, 
           mi padre, 
y ensíllame el mejor caballo ruano del
            universo: 
para atravesar el agua de oro de la muerte, 
           y escucharme, 
           todo, 
           siempre en ti.

El blanco océano solloza por la inmortalidad.




Los viajes reales


Sólo los amores podían reclinarme sobre su propio arpegio real de inocencia y de incendio.

Los fuegos de las graciosas tristísimas cuyo rostro se enciende y se apaga a la entrada de los túneles con puertas de manzanos.



Canción


Ah pequeña pecosa,

tómale el agua al plátano.
Parirás con ese líquido en el fondo:
la palmera irritándote el iris
y el pájaro batiéndote en la boca
o en la nuca
recién arrodillada. 


Francisco Madariaga (Buenos Aires, 1927-2000) en "Criollo del universo y otros poemas". Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1988.

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